24/10/2020

Sofía Bellini -- Tres poemas

(Trabajos del Taller de Poesía y Letrística 2020.)


Des-encuentros

Lo puedo ver desde la ventana:
deambula hace más de media hora
entre la puerta blanca y la esquina
mira el celular y luego clava
la mirada hacia la nada
una y otra vez.

Finalmente se sienta en el cordón.
Con sus dos manos
lo aprieta con fuerza, lo guarda
y entierra la cabeza entre sus piernas.

Lo pierdo de vista
y cuando vuelvo la mirada
se deshace
a paso lento
por la cuadra.
Pasa un colectivo interminable

Por la puerta blanca
sale una mujer
con la vista hacia ambos lados
su reloj en la mano
se sienta en el cordón.

Memorias

Me hablaste de perros
aullando, memorias pasadas
rastros de sangre
árboles que se entretejen:
cicatrices.

Saltos en el tiempo
lagunas mentales
hay cosas que
nuestra mente
prefiere olvidar.

Mejor dejarse
encandilar por el sol
mientras pega
una brisa fresca
que sostener una mirada
cuando nos espeja.

Las ropas apretaban
el torso hasta dejarlo
sin aliento y los pañuelos
ocultaban lo deseable
innombrable.

Parches sobre los labios
y una mirada
que se perdía para
no encontrarse.

¿Acaso te preguntaste
de dónde surge
lo prohibido?

Turrones azucarados
para no recordarnos
ni escuchar las tripas
que crujen
a gritos ¡memoria!

Plazas

A unas cuadras
se escucha: “Quedate
tranquilo en casa
lavate las manos
mantené una distancia
prudente”.

Ellos sólo levantan la mirada
al cielo ruegan que esta vez
no les pregunten qué
hacen en la plaza.

Seis ojos con las miradas
perdidas las narices frías
sin muecas de esperanzas,
sin alcohol en gel, sólo
un bolso con medias
y otro con carilinas.

A ellos, los aguarda un
barrio sin agua hace varios días
una madre adolorida
un padre ausente
y dos hermanas que les cruje
hasta el ombligo.

Cómo se encuentra espacio
para la prudencia
en lugares donde
sólo habita el olvido

donde la quietud,
significa rendirse
a un destino
desigualmente prefijado?

Por el costado
pasa un tapabocas magenta,
combinado con la soguita
de su perra
que huele a jazmines:
Quiere comprar unas medias
señora? escucha y ella,
toma distancia
y sin siquiera mirar,
responde, “Te agradezco”.

Nuevamente cae la tarde
los bolsos siguen llenos
y las manos vacías:
la plata apenas alcanza
para un vino de esos
que al menos
nublan por un rato
la memoria.

A una hora de distancia
en otra plaza del país
queman barbijos
como símbolo
de protesta: al virus
unos pocos, parece
que tienen tiempo
de ponerlo en duda.

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