30/11/2019

Abril Azar -- En blanco

(Trabajo del Taller de Escritura para Jóvenes 2019. Género: poesía.)

La luz de la ventana me vistió
con un abrigo de carne de luna.
Se me aclaró la frente de cara al papel
que enturbia la mesa,
Aquella que de tanta tinta derramada
no fue mojada por llovizna
ni cubierta en nieve deshecha.

En la esquina de mi perfil
sentí tiritar a los vidrios.
Vi a los postigos de hierro moverse
regados de luz clara
al ritmo ligero y vibrante del viento
que llegó al borde de mi mirada
conduciéndola agitada al filo del umbral.

Mi vista alcanzó lo que habita afuera.
Y entonces fui yo la que empezó a temblar.

14/11/2019

Nicolás Torandell -- Los diarios

(Trabajo del Taller de Escritura para Jóvenes 2019. Género: guión.)

Un demonio y un robot están saliendo de la escuela. Ambos llevan el mismo uniforme: una camisa roja, un pantalón gris, zapatos y una corbata, ambos negros. Los dos tienen mochilas: la del demonio negra con un símbolo rojo, y la del robot una caja rectangular metálica. El demonio también lleva algo debajo del brazo pero no se nota bien qué es.

ROBOT.-- Las lecciones de la ser viva a base de carbono denominada Susan, o mejor conocida como la profesora de historia, estuvieron muy completas al tiempo presente.

DEMONIO.-- (mira al robot) Sí, podría decirse, pero la verdad tuvo varios fallos históricos, yo con mi familia estuvimos allí en ese momento.

ROBOT.-- Pero recuerda que la masa gelatinosa de sus cabezas que ellos denominan cerebro tiene una capacidad limitada de información y además cuando descubren algo, si es histórico no tienen forma de comprobar si es cierto o no.

DEMONIO.-- Tienes razón, mañana le diré y tendremos una larga discusión, ¡eso como mínimo nos quita tiempo de clase! (El demonio va a chocarle los cinco al robot, pero en ese momento se le cae el objeto el cual es un diario negro con un pentagrama rojo.)

ROBOT.-- (extiende el brazo y toma el diario) ¿Qué es esto? (mira al demonio)

DEMONIO.-- Eso ya lo sabes… y ahora devuélvemelo. (Se adelanta y se le para adelante al robot.)

ROBOT.-- Sí, lo sé: una estructura geométrica con hojas compuestas de celulosa, una cubierta de cuero, plástico en modo de pintura y probablemente tinta, que normalmente las personas llaman libro, pero este se va más como un diario.

DEMONIO.-- ¡Baja la voz! Y sí, es eso… ahora dámelo.

ROBOT.-- Mi parte traviesa me dice que no, así que… (Abre el diario y rápidamente comienza a hojearlo, pero en un momento el demonio se lo quita bruscamente y se lo guarda en la mochila.)

DEMONIO.-- ¡Hey! ¡Eso es privado!, ahora borra esa información de tu software.

ROBOT.-- ¿Por qué? Mi programación dictamina una sentencia distinta y además que estés liberando exotoxina o como le llaman los humanos que estés enamorado de Arale, la chica cuyo cuerpo está formado por el H2O de cuarto grado, oh eso es divertido.

DEMONIO.-- (Se sonroja y le sale un fueguito azul en la cabeza) No tienes por qué saber eso…

ROBOT.-- ¿O por qué debería borrar que  te vuelves loco por Pix, aquella ser vivo a base de luz o que se conoce mejor como ángel, que es tu compañera?

DEMONIO.-- ¡Basta! Bórralo ahora.

ROBOT.-- Está bien… (Mira su brazo y extiende un panel empezando a tocar algunos botones) Listo.

DEMONIO.-- ¿Recuerdas algo del libro?

ROBOT.-- ¿El que escribiste en 1584 en París? ¿Sobre el amorío de dos personas? Mira, recién me entero de que tienes bonitos sentimientos.

DEMONIO.-- (pensando) ¿Cómo diablos leyó tan rápido? (Toma al robot y lo sube a un árbol.) Está bien, amigo, tú ganas. Te quedas con la información pero no le digas a nadie, ¿está bien?

ROBOT.-- ¿Tampoco a Mina? ¿La demonio a la que le dejas cartas en el banco durante el recreo sin que ella se entere?

DEMONIO.-- (se sonroja poniéndose azul, es decir, se azuloja) No… tampoco a ella

ROBOT.-- Mira tú, cinco años de amistad y tenías sentimientos, ¿qué dirá de mí ese diario?

DEMONIO.-- ¡Nada!

ROBOT.-- (irónico) Sí, te creo.

DEMONIO.-- Aún no te sale la ironía. Dame la mano.

ROBOT.-- (Le entrega la mano y el demonio la toca creándole un pentagrama.) ¿Y esta figura geométrica?

DEMONIO.-- Si le cuentas a alguien, le diré a toda la escuela que Z.H.Y. te trae loco.

ROBOT.-- ¿Cómo retienes esa información en tu cabeza?

DEMONIO.-- No eres el único rápido aquí. (Saca de su mochila el diario del robot, que es todo gris metálico. Al robot le agarra un cortocircuito y un momento después mira al demonio.)

AMBOS.-- Prometemos como amigos no contarle a nadie sobre este asunto. (Bajan del árbol y prosiguen su camino hacia la parada del autobús.)

Telón

Bianca Bisceglia -- Nirvana: la puerta del ángel

(Trabajo del Taller de Escritura para Jóvenes 2019. Género: poesía.)

Se acercaba a donde estaba el ángel reposando
lo único que se le pasaba por la cabeza era poder florecer
se asombraba de la belleza de aquella musa que la logró cautivar con sólo su aparecer
quería hablar con ella, necesitaba saber a dónde había parado.
  
Aquel ángel la vio pasar
"Estás en un lugar seguro" decía
pero eso no lograba que se sintiera tranquila
aquel ángel se le acercó como si tuviera algo que apañar.
  
"No tengas miedo, no vas a volver a sentir el sufrimiento"
el calor de sus manos parecía el de las de una madre cuidando a su primogénito
como las flores que descansaban en el pasto, la mujer comenzó a derramar sus sentimientos
las derramaba de forma cristalina, agua pura, y parecía que se las llevaba el viento.

Aquel ángel abrazó a la muchacha al punto de que ella sólo quería dormir.
Y ya era la hora de partir.
Ya era la hora de que el ángel lleve a la gente hacia donde tienen que ir,
y que aquellas flores se despegaran del sufrir.

13/11/2019

Micaela Márquez -- Kpop: el fenómeno musical que hace furor en La Plata

(Trabajo del Taller de Escritura para Jóvenes 2019. Género: crónica periodística. Publicado en el portal en 40 líneas.)

Las bandas de pop coreano vienen arrasando en los rankings mundiales. En nuestra ciudad, los jóvenes fans se dan cita para ver a sus bandas favoritas en video. Micaela Márquez se mete en ese mundo ruidoso y multicolor y nos cuenta cómo es.


18 de agosto. Son cerca de las 13, pero el pequeño tinglado del centro cultural Juana Azurduy, ubicado en calle 63 entre 20 y 21, está bastante oscuro: apagaron las luces y taparon con una tela las ventanas. Es para que se puedan ver los videos. Los videos son el centro de la fiesta. No están aquí las bandas, pero igual niños, adolescentes y adultos vienen a verlas en versión bidimensional. Bienvenidos al kpop, el fenómeno musical que viene arrasando en La Plata como en todo el resto del mundo.

Kpop significa korean pop (pop coreano) y está bien que la denominación sea amplia porque incluye todo un espectro de estilos diferentes. Consiste en una fusión de pop, hip hop, electrónica, rock, rap y varios otros estilos. Las letras están en coreano y tienen partes en inglés; tocan diferentes temáticas y tienen sus propias coreografías. Entre las bandas más populares algunas se identifican por unas parcas siglas (EXO, BTS, NCT, GOT7, TXT) y otras, breves nombres en inglés (Monsta X, Big Bang, Mamamoo, Stray Kids, Twice, Red Velvet).

Los videos se proyectan en la pared del fondo. Contra las paredes de los costados hay algunas mesas pequeñas con posters, accesorios, fotos y demás mercancía de los grupos de kpop más populares. Hay unas cien personas en el lugar: la mayoría adolescentes, de 15 años para arriba, pero cada tanto se ven niños y preadolescentes acompañados de sus padres. Pocos padres disfrutan de la música; la mayoría tienen expresiones aburridas y cansadas. La música está tan fuerte que apenas se puede hablar, aunque eso mucho no importa: los fans del kpop cantan a todo pulmón, e incluso algunos bailan las coreografías en un rincón.


Decido acercarme a uno de los padres que está más cerca de la puerta, donde podrá escucharme mejor. Es Roberto, de 45 años. Dice: “Vine a acompañar a mis dos hijas porque es la primera vez que vienen y no sabía cómo era este ambiente”. Le pregunto qué opina sobre el gusto de sus hijas por esta música. Contesta: “Prefiero que le guste esto al reggaetón de ahora, que es demasiado explícito y subido de tono para dos nenas de 10 y 12 años. Por lo menos, si esto es explícito, no ese entiende (a menos que busques la traducción). Lo que no me gusta es que gasten sus ahorros en posters y fotos inútiles, pero bueno, es su plata.”

Me acerco a una señora que lleva puesto un buzo de Monsta X, uno de los grupos más famosos del momento. María, de 42 años, comparte el gusto por el kpop con su hija Paula. “Ella lo empezó a escuchar hace dos años y de tanto poner las canciones en casa y de ver sus videos, me terminé copando y ahora la acompaño a todos los eventos”.

¿Qué fue lo que la cautivó?, le pregunto. “Muchas de las letras de las canciones no son sólo de amor hacia una pareja o de desamor. Hablan también de amor propio y de problemas sociales que ni sólo existen en Corea, sino que fácilmente se pueden encontrar en cualquier país. Realmente dejan un buen mensaje y hacen un llamado a la conciencia”, responde. Su hija también aporta su opinión a la conversación: “Las coreografías son geniales. Muchas parecen fáciles pero son complicadas. Además, los miembros de los grupos no se quedan sólo con cantar y bailar. Muchos también actúan, componen o tocan diferentes instrumentos.”

A los 20 minutos de llegar al lugar presencio una de las actividades más esperadas del evento: el concurso de fandancers. Es una competencia de baile en donde los participantes, ya sean solistas, dúos o grupos, preparan una coreografía de una canción a elección y la presentan ante el público y un jurado, conformado por varios fandancers con más experiencia, contratados por los organizadores del evento. Al empezar la competencia, todas las personas dispersas en el tinglado se amontonan buscando un lugar desde el cual se pueda ver a los concursantes. El volumen de los gritos del público varía dependiendo de la canción elegida por los participantes y de qué tan bien interpreten la coreografía.


El concurso termina alrededor de las 15. Me acerco a los integrantes de Cold Mirror, uno de los grupos que se presentaron. “Normalmente, aprendernos las coreografías nos toma alrededor de un mes o dos, dependiendo de qué tan difíciles sean o de si les agregamos algo más”, explican. “Las elegimos por votación y en general las aprendemos entre todos, aunque a veces alguno de nosotros las enseña.”

Luego de la competencia de fandancers se reanudan las proyecciones en la pantalla, y con ellas, los gritos; la gente se dispersa para seguir comprando. Me acerco a uno de los puestos donde se venden posters, fotos y postales. Lo atiende Celeste, de 28 años. “La mayoría compra los posters, que valen 100 pesos, pero algunos también compran las fotos, que salen 40, o dos por 60”, detalla Celeste. “Las postales están a 20 o dos por 30 y también se venden bien. Hace ya dos años que voy a los eventos a vender pero es la primera vez que vengo acá porque es la primera vez que se hace. En los eventos de Capital se vende más, pero también hay muchos más stands, así que es un arma de doble filo.”


A las 16 hay otra competencia de fandancers. En ésta me toca competir a mí. La experiencia es única en cada presentación; la energía que transmite el público te anima a dar lo mejor sobre el escenario y la adrenalina es inmensa, siempre hay mucha expectativa y muchos nervios. ¿Va a salir bien la coreografía? ¿Va a gustar? Y luego morderse las uñas esperando los resultados del concurso. Pero a pesar de los constantes nervios, disfruto plenamente la experiencia porque estoy haciendo una de las cosas que más amo: bailar. Otra vez los gritos del público vivando a los participantes. Al final los propios integrantes del jurado hacen una presentación para cerrar el concurso y después se van a deliberar. Tienen que elegir ganadores en distintas categorías: solistas/dúos y grupos. Mientras debaten se proyectan más videos en la pantalla para hacer tiempo.

Sobre las 17, el jurado anuncia a los ganadores. Además se sortea un regalo sorpresa. Ya se está haciendo tarde para mí, así que decido volver a mi casa; los organizadores ahora están explicando un juego, también con premios. Salgo del tinglado y veo que ya está oscureciendo. Hace mucho frío y la parada del colectivo está a varias cuadras. El día fue largo; espero poder llegar pronto a mi casa.

Lourdes Ruidíaz -- El lado B del Amazonas

(Trabajo del Taller de Escritura para Jóvenes 2019. Género: columna periodística.)


El incendio del Amazonas desenmascaró a la sociedad actual. La misma, tendrá que hacerse cargo del legado para generaciones futuras, las que se encontrarán en peligro de extinción.

Como ya se sabe, el Amazonas, ubicado en Brasil, perdió casi tres mil kilómetros cuadrados de arbóreo en la primera mitad del año, debido a un enorme incendio; esto es un treinta y nueve por ciento más en comparación con el año pasado.  Es un hecho que se han perdido diversas especies y que si se pierde demasiada selva, terminará convirtiéndose en una sabana que generará una reducción en la capacidad pulmonar, ya que el “Pulmón del Mundo”, como se lo suele llamar, libera oxígeno y almacena dióxido de carbono.

El mundo se desgarra por la pérdida de árboles, especies animales  y el cuidado del medio ambiente, pero, ¿cuán legitima es esa preocupación? ¿Es real interés por la conservación de plantas y animales? ¿Se preocuparon realmente antes de esto, por lo aborígenes autóctonos que allí viven, en condiciones paupérrimas? Mucha gente, ha manifestado su desacuerdo comparando esto con el incendio de Notre Dame, edificio histórico y emblemático del culto católico; otros tomaron el tema, para manifestar sus diferencias políticas con el gobierno del presidente Bolsonaro. ¿Es la primera vez que se incendia la Amazonia? La respuesta es no. Los incendios son poco comunes, siendo la mayoría iniciados por granjeros que preparan tierras de labranza para los cultivos y pastura del año próximo.

Estos incendios, no son causados por un cambio climático, sin embargo, esto podría empeorar la condición, haciendo arder el fuego a una temperatura mayor y extendiéndose más rápido junto a condiciones de sequía y calor. En realidad, los que hemos causado este incendio somos nosotros, los humanos, los mismos que expresamos nuestro pensamiento del tema.

La pregunta que de ahora en más debemos hacernos es, ¿qué vamos a hacer por nuestro planeta y las especies que allí viven? ¿Vamos a seguir tomando estos temas, para seguir criticando económica, religiosa y políticamente lo que ocurre? ¿Las sociedades están realmente preparadas para dar lugar a aquellos aborígenes en peligro?

La oportunidad es ahora y está en cada uno de nosotros aprovecharla.

Giuliana Rojas -- Mi presente

(Trabajo del taller de Escritura para Jóvenes 2019. Género: cuento.)


Era la mañana de un martes. Como desde hace meses, Marta nos vino a despertar a las siete, pero para ese momento yo ya estaba sentada mirando la ventana. Sabía que hoy iba a empezar a tener sesiones con un nuevo psicólogo, no sentía nada al respecto.

Pasando las diez, me vinieron a buscar. Caminé hasta un salón que suponía, tendría unos cincuenta años. Con ventanas grandes y techos altos, lo cual no me representaba una dificultad ya que hablaba bastante alto. Me sorprendió no haber notado al anciano, 1,70 de alto, traje, corbata y el poco pelo que tenía era completamente gris.

–Hola, usted debe ser Alicia  –dijo. Asentí con la cabeza. Me recosté en el sillón, ya sabía de qué se trataba.

–Contame Alicia, ¿cómo te sentís? –dijo en un tono desesperantemente tranquilo. Contesté lo siguiente:

–No es el primer psicólogo que conozco, asique le voy a ahorrar su discurso. Me llamo Alicia, tengo 19 años. A los 18 me internaron en esta cárcel, sólo por exageración de mis padres. Fiestas, noche, amigos, sexo y algunas sustancias. ¿Qué le ve de raro a eso en la juventud de hoy en día? ¡Pavadas! Me gustaba salir, me hacía olvidar, era mi parte favorita. Hasta que un día mis padres encontraron esa bendita bolsa, y ahora estoy acá.

–Pero usted remarca esto de "cárcel" como si estuviera presa. Y antes, ¿no estaba presa?

–¡No! ¡Claro que no! Antes era libre. Podía escapar de esta realidad, tal vez no de la mejor manera, pero era mi manera. Los riesgos se corren siempre, podés salir bien o te puede pasar como, como me pasó esa noche.

Fue la última, supongo. No recuerdo mucho de eso, sólo salí a beber. Una vez más, mis amigos habían conseguido nuevas drogas y después de la fuerte discusión que había tenido con mamá necesitaba escapar. Luego de ingerir la pastilla, empecé a ver todo borroso, se sentía bien pero me estaba empezando a sentir un tanto más alterada de lo normal. Decidí mejor ir al baño, y ese trayecto es lo último que recuerdo.

Desperté en una cama, de un departamento que parecía lujoso. Me dolía completamente todo el cuerpo y pensé: "Habrá sido una buena noche". Pero ese pensamiento salió de mi cabeza cuando fui al baño y me vi en el espejo. Estaba completamente llena de moretones y lastimaduras. Fue horrible, no sabía lo que había pasado. 

Sólo pude tirarme en el piso y llorar. No se cuánto tiempo pasé así, todos mis recuerdos vinieron a mi mente. La inocencia, las acogedoras caricias de un lecho familiar, yacían en las lastimaduras de mi piel desnuda, que se enfriaba en el piso del baño de un desconocido.

Cuando terminé de llorar, mire la mesa de luz. Habían $500 y una nota que decía: "La pasamos muy bien, esto te lo ganaste. La puerta se traba sola". Sólo me vestí y salí.

Cuando llegué a mi casa, el drama fue mucho peor que lo normal. Intenté esconder los hematomas pero me resultó imposible. Asique para evitar los gritos de mis padres decidí encerrarme en mi habitación. Me llevé una gran sorpresa al ver mis cosas en maletas, resulta que mis padres habían descubierto la droga que tenía escondida en mi habitación y decidieron enviarme acá. 

Lo primero que hice fue intentar correr, pero ya estaba el equipo para traerme.

–Y acá ¿cómo te sentís?

–Bien, supongo. Tengo comida, techo, una cama. Sólo que me siento como si no fuera nada. Simplemente, es como si no viviera. No me encuentro en el lugar, en las personas, no me encuentro ni en mis propios pensamientos. Es como si no fuera nada, nada más que lo que soy ahora, no puedo ser más que esto. Tengo demasiada experiencia para mi edad. Como un viejo trapo que ya cumplió su función. Asique sólo soy mi presente, lo demás no me importa.