24/10/2020

Matilde de Romedi -- Santos

(Trabajo del Taller de Narrativa 2020.)
No dejes que se muera el Sol,
sin que hayan muerto tus rencores

Gandhi

¡Buenos días, Santos! Sé muy bien que no te gusta que te moleste a estas horas, pero es que anda por aquí, otra vez, esa mujer preguntando por vos. Le tendrías que dar una oportunidad, quizá te quiera contar algo importante.
Vos decís que ya sabés todo lo que pasó o, al menos, lo que vos creés, que pasó. Pero ella está vieja, llora y suplica por verte. Por más que cuentes lo mucho que lloraste en tus tiempos, deberías oírla.
Además, vos también estás grande y ella tendrá diez o quince años más.
Sus cabellos están canos y sus manos son débiles y gastadas, se ve que pasó por mucho dolor.
¡No grités! Que no soy sorda, para mí que debe ser alguien de tu familia... ¿Cómo de qué familia? Andá a saber; por ahí, es una hermana o alguna que te vio en el orfanato que te criaron. Eras un bebé cuando te abandonaron y estás lleno de rencor.
Además, doña Renata que te crió como una verdadera madre nunca te mintió. Yo estaba el día que te contó que eras un criado y cómo ella te sacó del convento. Seguro las monjas sabrían bien la historia. 
Negando todo no vas a borrar la verdad. Rosa se llama, quiere verte y quién te dice te traiga buenas noticias...
¿La viste alguna vez? Es chiquita, flaca, puro huesos.
Decí la verdad, ¿tenés miedo de qué ella sea algo más? ¿Es acaso que el corazón se te agita cuando la nombro? Bajás la cabeza y no querés hablar. 
¡Vamos, Santos! No te apichonés, que sabés muy bien cuanto te quiero, hay cosas que llegan al alma, aunque te pongas mil corazas.
¿Qué pasó esos días que te fuiste del pueblo?  ¿a dónde fuiste? Recuerdo que volviste cabizbajo y no querías hablar... justo como ahora. 
¿Qué te contaron las monjas? Fue sor Rosario la que te entregó a la doña. Es cuestión de atar cabos y vos con tus silencios, no hacés más que darlos, por cierto.
El tiempo ayuda amigo, naciste en tiempo de guerra, andá a saber cuántos Santos andan rodando por el mundo. Pero con vos fue distinto; Doña Renata, la solterona del pueblo te quiso tanto que fuiste su refugio. Gracias a vos se sintió útil y te dejó una casa y oficio. No te cerrés Santos. No te creas capaz de juzgar a las otras criaturas, tomá esta chance que te da la vida. 
No repitas la historia, pensá, ¿por qué a la Juanita se la llevaron del pueblo y no sabemos dónde está? Solo sabemos que te amaba, que se amaban los dos y un día los padres se la llevaron, dicen, que a Tucumán y jamás volvimos a verla, ni supimos por qué.
Pensá cuántas historias, lindas, feas, tristes hay. Cómo si la vida fuera una ruleta y la suerte, una bendición. Sí, pero hay una, una sola, no todos pueden ser felices. 
Escuchá a Rosa, no sos Dios, sino un pecador más, después pensá. 
Pensá bien lo que hiciste y lo que vas a hacer.
Pase Doña Rosa, el Santos la quiere ver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario